No sé cómo será donde tú vives pero aquí, en Las Palmas de Gran Canaria, el Carnaval es un acontecimiento muy esperado por muchos canarios, desde niños a adultos, jóvenes y otros no tan jóvenes…
Son 4 semanas llenas de oportunidades para reírse y olvidarse de los problemas. ¿Quién no va a querer algo así?
Pues yo.
Pero aún así, siempre vuelvo a caer
Y es que, a pesar de todo, a pesar de que no tengo un millón de recuerdos agradables que me animen a participar en el carnaval…
a pesar de que sé que las multitudes me agobian y que el ruido me agota…
a pesar de que no me apetece nada ver a un montón de gente “desbordante” de energía y alegría, haciendo bromas que no me hacen gracia ninguna…
a pesar de que el simple hecho de imaginarme saliendo de casa disfrazada me da risa…
a pesar de todo, me entra la duda.
¿Y si esta vez es diferente?
Esta es la pregunta “maldita”, la que me hace que me replantee todo, incluida mi forma de ser.
¿Por qué seré incapaz de disfrutar de una fiesta como el Carnaval?
¿Qué rayos me pasa para no encontrarlo divertido? ¿Para no verlo como una oportunidad para reír y olvidar los problemas, para ser una más, conectar con otra gente y “quitarle hierro a la vida”?
¿Es que no me sé divertir?
¿Es que no puedo por un momento dejar de ser la chica seria, responsable y profunda que soy? ¿Es que no puedo soltar el control por un momento?
¿Tanto miedo tengo a salir de mi zona de confort?
¿Acaso no puedo darle una oportunidad a esta amiga, a esta fiesta, y ver si puedo divertirme en el Carnaval?
¿Es verdad que no me sé divertir?
Afortunadamente, con el tiempo, esta fase de autocrítica destructiva y negatividad va seguida por otra de confrontación positiva:
¿Eso es cierto? ¿Estoy segura de que las cosas son como me las estoy contando?
¿Es cierto que no me sé divertir?
No. En realidad no lo siento así.
Yo me divierto con otras cosas, a mi manera tranquila, hogareña e íntima de disfrutar.
Entonces, caigo en la cuenta de que lo que realmente me planteo no es si esta vez la situación será diferente, sino si yo seré diferente.
¿Será que esta vez me lo pasaré bien y me daré cuenta de que no me pasa nada malo? ¿Que soy una persona normal y corriente, como las demás, capaz de reírse, y hacer bromas, y divertirse?
“Sé” que soy perfectamente capaz de disfrutar y ser feliz, aunque sea de una manera más serena y placentera para mí, pero a veces se me olvida. A veces no lo siento así.
A veces me sigo planteando si todavía podría intentar un poco más ser “extravertida”, ser menos introvertida, menos yo.
Cómo sería el Carnaval perfecto para mí
Y entonces, afortunadamente, surge otro planteamiento: “¿realmente quiero ser menos introvertida, más extravertida?”
No.
“¿Realmente quiero ir al Carnaval?“
Bueno, no me importaría.
La verdad es que a veces me gustaría probar y compartir con mis amigas ciertos eventos, siempre y cuando me sintiera cómoda para vivirlo a mi manera, a mi ritmo.
Así que me planteo:
¿Qué necesitaría para aceptar una invitación al Carnaval? Click & Tweet!
Me gustaría poder ir al Carnaval pero permanecer a un lado, o en el centro de la acción, con mi cara de póker, observando a los demás divertirse, sin sentirme en la obligación de reír y fingir que me lo estoy pasando “pipa”.
Sin tener que hacer bromas o tener que decir una y otra vez lo divertida que es la fiesta, lo bien que me lo estoy pasando, o lo “bomba” que es la gente que está haciendo bromas y entreteniendo al público…
Me gustaría poder formar parte de todo ello como una observadora calmada.
Y poder irme cuando quiera, sin dar explicaciones.
Sin que piensen que me pasa algo malo. Que estoy triste. Que no me sé divertir.
Sobre todo, sin pensarlo yo.
Y tú, ¿cómo vives el Carnaval?
¿CANSADA DE SENTIRTE INFERIOR?
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Me siento completamente identificada, de hecho cada vez que mis compañeros de universidad quieren ir de fiesta, me invento alguna excusa porque no me apetece irme a un parque a beber y después a una discoteca hasta las 6 de la mañana, además teniendo en cuenta de yo soy de otra ciudad. Y cada vez que rechazo la invitación me siento muy mal porque no es que no quiera estar con ellos es que las aglomeraciones y el alcohol no me gustan, me dicen que siempre me pierfo lo mejor, que soy tonta…etc.Mi madre incluso me dice que claro ya que estamos todo el curso junto algún día tendré que forzarme a ir pero es que de verdad no me gusta.
Hola Irtha,
Pues ni me lo imagino, soy de tierras frías… je,je. A mí lo que siempre me da pereza son las navidades y eso que cuando pasan hasta me da algo de pena, porque es verdad que le da un toque de alegría al invierno de la península. Mientras que me gusta más la semana santa, quizás también porque se acerca la primavera tan esperada. Yo relaciono las navidades con la extroversión: alegría, fiestas, socializar, compras, todo en exceso…y la semana santa, si a uno le gusta el arte y va a las procesiones, más con la introversión: contemplación, estética, recogimiento, reflexión. Como ves le he despojado el sentido religioso a ambas cosas y me he quedado con lo que me parece que es la «esencia» o el efecto psicológico y por qué me gusta más una celebración que otra. Un abrazo.
Gracias por compartirlo, Ana.
Entiendo lo que dices sobre la Navidad… parece extrovertida a todas luces ,) Y la Semana Santa, de recogimiento (me gusta cómo has descrito su esencia).
Diría que depende de cada uno, porque habrá quien diga que la Semana Santa, llena de procesiones y demás, puede ser muy extrovertida también, si la vives desde el «cumplir», las apariencias, el estar ahí fuera con toda la gente…
Yo reflexionaba el otro día sobre esto mismo, pero comparando el verano con el invierno. El verano es extrovertido, el buen tiempo, estar en la calle haciendo cosas… el invierno es más recogido, más hacia dentro, más despacio…
Pero estoy de acuerdo contigo en que el período de navidad volvemos a acelerarnos. Seguramente reflexione sobre cómo disfrutar de las navidades de forma introvertida, estando allí para la familia pero también sabiendo cuándo implicarnos, hasta dónde, y cuándo descansar a solas sin sentirnos culpables.
Abrazos ^_^
El Carnaval, ese gran temido!!! Toda mi vida me han tachado de antipática, aburrida, malfollada (lo siento por la palabra), de antisocial etc,etc solo por no divertirme en el Carnaval.
Se me ponen los pelos de puntas, toda esa gente , ese ruido y tener que actuar de forma extravertida. Buff me gusta mucho la música y lo de disfrazarme me divierte, pero me da algo verme rodeada de tanta gente y tener que estar mostrando lo bien que me lo paso, es muy contradictorio. Este año solo fui a la Cabalgata infantil y fue mucho para mí. Hace mucho tiempo que no voy a un Carnaval, ya deje de obligarme a ir a sitios que se que no me voy a divertir y que me voy a agobiar. Soy la típica que cuando sale de noche a tomarme algo en cuanto ya hay mucha gente y me saturo hago * bomba de humo * y desaparezco. Y siempre el estigma de no sé divertirme?!?! pero ya he aprendido que no hay nada de malo en sentir mas diversión en planear una quedada con un pequeño grupo y jugar a las cartas, o ver series en casa tranquila con mi hermana, o irme de pateo…no soy un ser gregario, es así de simple. Aunque muchas veces me siento culpable por no serlo, pensando que me estoy perdiendo muchas cosas por no ser esa chica que debería de emperifollarse y tacones en mano salir a darlo todo cada finde! Pero después me acuerdo que vivimos en una sociedad diseñada para los extrovertidos y se me pasa el remordimiento! Cada loca con su tema! Saludos
Hola Jennifer,
me ha encantado lo de la “bomba de humo”; te felicito por saber retirarte a tiempo a descansar. Es importante conocerse, aceptarse y mimarse en esas situaciones.
Por otra parte, este tema de salir o no salir de fiesta o en grupos grandes, para mí es COMPLEJO. Reconozco que hay ocasiones en las que no tengo muy claro si realmente no me apetece (por ejemplo, disfrazarme o ir a una discoteca) o si me gustaría mucho ir pero me convenzo de que no es lo que me “va” o me apetece.
El gasto de energía que supone dar explicaciones, o fingir, o el miedo a no ser aceptada… me abruma y me creo que es la situación la que me desgasta y debo evitar, aunque en realidad son mis pensamientos. Tengo que hacer un ejercicio importante de introspección para diferenciar entre esa evitación sana o temerosa.
A veces me animo a ir, aplicar algunas herramientas que he aprendido (para hacer conversaciones interesantes, para frenar mis pensamientos negativos, para practicar la aceptación incondicional de mí misma, etc.), y a observar los resultados. Lo veo como un EXPERIMENTO.
Otras veces me permito quedarme en casa o hacer otros planes.
Es una dinámica constante de conocerse, aceptarse y de escucharse a una misma, para sentir qué necesitas en cada momento. Y ser AMABLE, siempre amable, con las elecciones que hagamos. Siempre se puede aprender de la experiencia.
Gracias por mostrarte y compartirte con nosotras. Celebro que cada vez más vayas disfrutando a tu manera, de tus planes tranquilos, sin culpa ni vergüenza.
Un abrazo.
Interesante lo que comentas sobre las diferentes formas de disfrutar un mismo evento, en este caso el Carnaval. Debe ser inquietante tener que dar negativas a las invitaciones que llegan de nuestro entorno o incluso tener que explicar, en el caso que aceptemos tal invitación, por que uno prefiere disfrutar tal evento de diferente forma a como lo hace la mayoría.
En mi caso, yo vivo el Carnaval como una fiesta más, y como tal, pues la recibo con alegría aunque no con especial ilusión. Lo que sí me hace ilusión es quedar con amistades y disfrutarla juntos. Entre más grandito sea el grupito con el que acuerde quedar para ir de Carnaval, pues mejor, pues más divertido me parece. Eso si, me consideró muy tradicional y si la tradición del Carnaval es » el disfraz», no me siento partícipe del mismo si no voy disfrazada, así que prefiero no ir a tener que ir sin disfraz, pues no me sentiría nada cómoda. «Mi Carnaval» perfecto se celebraría de día, sólo de día( la noche se hizo para dormir, jeje), desde por la mañana hasta el anochecer, con música y gente con o sin disfrazar (no me importa que haya gente sin disfrazar, siempre y cuando yo lleve mi disfraz, jeje). Este año aún no he pisado el Carnaval por motivos personales, pero reconozco que me gusta aprovechar las oportunidades que se presentan en el camino para vivir sensaciones positivas como las que me genera una quedada con amigas, un baile, unas risas y unas fotos sin la ropa «de siempre» sino con un simpático disfraz.
Saludos.
Hola Dunia!
Pues sí, puede llegar a ser inquietante, frustrante el no sentirnos comprendidas (y que eso nos lleve a cuestionarnos si estamos tomando la decisión correcta o no).
Como tú dices, los Carnavales pueden ser una buena oportunidad para quedar con los amigos y cuidar la relación.
Sin embargo, lo de «cuantos más mejor» no suele ser una frase muy escuchada en labios de una introvertida =)
Me gusta mucho cómo lo vives tú, como una oportunidad para hacerse fotos diferentes y disfrutar de la música y el baile…
Enfocarnos en apreciar esa «belleza» rodeada de buenos amigos, con los que te sientas a gusto, es una buena forma de disfrutar de un evento como este.
Muchas gracias por participar en los comentarios y contarnos tu experiencia ,)