Si comparamos las relaciones con la comida: ¿eres de comida rápida o de comida lenta? ¿Cuánto de una y cuánto de otra le estás dando a tu cuerpo, a tu vida?
Igual que con la comida, y con muchos otros aspectos de nuestra vida, la rapidez está a la orden del día. Queremos todo “ya”, para poder seguir con otra cosa, para aprovechar más oportunidades y conocer a otras personas…
Pero esta “sociabilidad rápida”, ¿nos está nutriendo? ¿Nos aporta los elementos necesarios para alimentar nuestra vida?
Relaciones rápidas y desnutrición social
Estamos entrando en una dinámica de “relaciones rápidas”. Parece que no tenemos tiempo para disfrutar con calma de crear nuevas relaciones, para saborear las que tenemos…
Siempre hay más gente interesante que conocer, personas maravillosas que “probar”, relaciones populares que “añadir” a nuestra vida.
Lo importante no es tanto la calidad como la cantidad.
El riesgo es:
En lugar de escoger con tranquilidad con qué alimentar nuestra vida social, consumimos una relación “cualquiera” y vamos corriendo a por la siguiente persona con la que relacionarnos…
No le damos a nuestra vida relaciones de calidad, sanas y nutritivas. Al contrario, la llenamos de relaciones rápidas que sólo satisfacen una pequeña parte de nuestras necesidades por un corto periodo de tiempo.
PARA.
Paremos esta carrera por la vida.
Volvamos a disfrutar de la comida lenta, de una relación lenta, pausada, intensa, rica en sabores, con tiempo para apreciar y disfrutar de los matices…
No comas por comer. No hagas por hacer. No te relaciones por relacionarte.
El ingrediente principal para la felicidad
Pau Navarro nos ha revelado en su blog, Habilidad Social, el ingrediente fundamental para ser felices, basándose en las investigaciones del psicoanalista Robert Waldinger:
“Nuestras relaciones personales son lo que nos mantiene más felices y sanos”.
Pero, como dice Pau, apoyándose una vez más en estudios científicos, “no es suficiente con estar casado o rodeado de amigos; tus relaciones deben estar basadas en el afecto y amor”.
Y para conseguir relaciones basadas en el afecto, se necesita tiempo.
Receta para relaciones de calidad basadas en el afecto
Según Robert Stenberg, el psicólogo que desarrolló la teoría triangular del amor, para conseguir relaciones basadas en el afecto, o según él, relaciones de cariño, se necesita intimidad.
La intimidad implica conocer verdaderamente al otro, cómo es, sus deseos, lo que le interesa, lo que le preocupa, lo que le hace sentir triste o alegre…
Se alimenta de la necesidad de acercamiento y de revelación mutua.
El afecto o cariño es una forma de amor propia de las relaciones de amistad, donde hay intimidad pero no pasión ni compromiso formal.
Aunque la ausencia de compromiso no impide que la relación sea duradera.
Porque, como sabrás, para conocer verdaderamente al otro, no basta con verse una o dos veces. Es necesario compartir momentos variados y repartidos a lo largo del tiempo.
Sin embargo, muchas relaciones hoy en día no permiten profundizar, conectar y desarrollar esta intimidad.
Vamos tan acelerados, tenemos tantas prisas, queremos hacer tantas cosas, conocer a tantas personas, y añadir compromiso o intimidad a la “receta” requiere tanto tiempo, que lo único que nos quedan son relaciones pasionales, o peor, relaciones basura: rápidas y sin ningún nutriente.
El roce hace el cariño
Para poder alimentarte de relaciones nutritivas y sabrosas tendrás que empezar a cocinar a fuego lento.
Y, para cocinar relaciones a fuego lento, lo fundamental es la proximidad.
No basta con tener todos los ingredientes en la cocina, hace falta ponerlos todos juntos en una olla durante mucho tiempo para conseguir un plato sabroso.
Si quieres empezar a tener relaciones de calidad, a alimentarte de relaciones más nutritivas, a enriquecer tu vida, cambia el ritmo al que te mueves a nivel social.
Deja de consumir relaciones basura, reduce la velocidad.
Quítate la presión de hacer amigos rápidamente o tener muchas relaciones.
La confianza y la intimidad necesitan tiempo para crecer.
Profundiza en las relaciones que tienes.
Ve creando relaciones poco a poco, dedicándoles tiempo.
Elige a una, dos, o tres personas como mucho, para crear intimidad y cariño.
Conclusiones
Para tener una vida más feliz, enriquece tu dimensión social desarrollando relaciones sanas y nutritivas basadas en la intimidad, el afecto, el cariño…
Baja el ritmo y prioriza calidad frente a cantidad.
No te fuerces, obligues ni presiones a conocer a mucha gente.
Más que en conocer a muchas personas, pre-ocúpate en conocer a las adecuadas.
En el próximo artículo te contaré algunas estrategias para conocer a gente nueva desde esta mentalidad o actitud de “relaciones lentas”.
Y, por si no lo habías pensado, las personas introvertidas tenemos muchas de las cualidades necesarias para construir relaciones íntimas, profundas y lentas.
Sólo que a veces se nos olvida cómo hacerlo, porque nos hemos sumergido en la vorágine de las relaciones rápidas.
Me encantará que me cuentes en los comentarios: ¿te has dedicado a consumir relaciones rápidas sin darte cuenta? ¿Cómo son las relaciones más nutritivas que tienes? ¿Disfrutas de relaciones lentas?
¿CANSADA DE SENTIRTE INFERIOR?
Suscríbete al blog y recibe la guía «Las 12 Claves para Amar tu Introversión» y enamórate de una vez por todas de tu forma introvertida de Ser.
Precioso lo de desnutrición social y lo de la calidad frente a la cantidad. Yo sí me he forzado a ser super amigable y hacer amigos fácilmente, que los hago, pero sin intimidad, complicidad y profundidad no me llena esa relación.Y la acabo dejando. necesito revelaciones por ambas partes, ver los defectos del otro, que el otro vea los míos, vernos llorar mutuamente, lo que nos duele,… no sólo la parte feliz que normalmente se muestra a todo el mundo. Eso es lo que forja en mi opinión relaciones más honestas y sobre todo profundas. Pero yo siento que hay mucha presión, cuando no te relacionas con todos cuando estás en un acto social, ya vienen las etiquetas porque la gente no entiende tu comportamiento. es lo que a mi me ha pasado al menos. A veces, me da envidia esa gente que tiene mil amigos y con todos tiene unas palabras para continuar con esa amistad de colegueo, pero si voy más allá, luego me doy cuenta de que yo no podría mantener ese ritmo porque es imposible conocer los detalles y pormenores de todos, tal y como me gusta a mí. Este artículo me ha ayudado a aceptar esa parte de mí que muchas veces rechazaba. Gracias Irtha.
Te entiendo, Silvia.
A menudo yo también envidiaba a esas personas. Imagino que porque pensaba que yo nunca podría serlo, y creía que TENÍA que ser como ellos para ser feliz, ser «normal» y ser aceptada.
Ahora creo que puedo decir que entiendo por qué los envidiaba; y gracias a eso puedo transformar los sentimientos de envidia y de culpa por los de admiración y aprecio.
Valoro su naturalidad y facilidad en ese ámbito, pero ya no me siento mal ni quiero ser como ellos, porque empiezo a entender y apreciar mi forma de ser. Y si quiero, puedo tomar consciencia y hacer un pequeño cambio para socializar con más personas, si eso es lo que me apetece probar en esta época. Pero respetando mi personalidad, sabiendo que a mí lo que me gusta es profundizar, y no lo descuido.
Me alegra mucho que te haya ayudado a quitarte un poco esa presión de encima ,)
Abrazos.
Irtha me ha encatado este post y sobre todo ese concepto de «desnutrición social», siempre digo que mi red social preferida es una mesa rodeada de las personas que amo haciendo la sobremesa, me encantan esas comidas de domingo cuando después de almorzar, todos se quedan sentados haciendo la sobremesa, sin prisa, sin ganas de ir a ninguna parte, todos sentados riendo y contando historias, al leer tus líneas esta fue la imagen que vino a mi mente, ¿qué es más delicioso? ¿una comida rápida antes de seguir trabajando o un almuerzo familiar lleno de rica comida y haciendo la sobremesa? Yo escojo la segunda opción sin duda, y este escenario es propio para llevarlo a la vida cotidiana, tenemos prisa de llegar a ninguna parte, con cientos de amigos en redes sociales, pero definitivamente la lentitud que proporciona la intimidad no se puede comparar con nada, se pueden tener muchos amigos, compañeros y conocidos, pero solo serán unos pocos con los que nos sentaremos a ver el cielo o a compartir silencios, pueden ser muchos los que te vean riendo, pero qué grandiosa es la gente que te ha visto llorando y allí permance hasta que tus lágrimas se sequen. ¡Un gran abrazo!
A mí me ha encantado cómo has empleado el concepto de «red social».
Había olvidado que no es el Facebook, Twitter, Instagram… sino las conexiones que creamos con las personas con las que nos relacionamos las que construyen las redes sociales más importantes, aquellas que nos permiten crecer seguras, y que nos recogen cuando caemos.
Gracias por compartir tu manera de disfrutar de tu red social y recordarnos qué y cómo es realmente una red.
Abrazos.
Me gusta lo que dices en este post. De nosotros depende el resultado de las relaciones que buscamos .
Hay un tiempo justo para que las cosas funcionen bien.
Así es, Alexandra.
Hay una parte que no depende de nosotras en los resultados, que depende de la reacción de la otra persona, pero, en general, tener claro qué es lo que buscamos nos va a facilitar el conseguirlo.
Si vamos por la vida actuando como si lo que nos interesa son relaciones rápidas, serán relaciones rápidas lo que conseguiremos. Pero si tomamos consciencia de que lo que nos nutre y de lo que queremos alimentarnos es de relaciones a fuego lento, eso es lo que conseguiremos. A lo mejor no con todas las personas con las que nos relacionemos, pero sí en mayor medida que antes.
Gracias por tu aportación =)
Hola Irtha, gracias por mencionarme en este artículo tan necesario. Considero fundamental tu reflexión «baja el ritmo y prioriza calidad frente cantidad», especialmente en personas introvertidas que creen que deben seguir el ritmo de los demás cuando ni lo necesitan ni lo desean.
Desgraciadamente nos han vendido que el éxito es ser populares y tener muchos amigos en Facebook. Por eso es importante que existan autores como tú que defiendan que no, que para los introvertidos la calidad aporta muchos más beneficios que la cantidad y que no tenemos que vivir con estrés nuestra situación si realmente nos sentimos cómodos con ella.
Un abrazo
Muchas gracias por hacer explícito ese matiz, Pau.
Es fundamental tomar consciencia de cuándo nos estamos exigiendo algo que, en el fondo, ni siquiera queremos, sólo porque nos hemos creído que es lo que “tenemos” que hacer. Para poder elegir conscientemente cómo actuar y vivir nuestra vida, en base a nuestros deseos y necesidades; para hacer aquello que realmente nos llena y nos hace felices.
Sin culpa, ni estrés.
Gracias por tu aportación.
Abrazos.